jueves, 10 de septiembre de 2015

El Valle de Aezkoa y la Fábrica de Armas

Ya vimos el artículo de este número 39 de la revista Euskal Herria sobre los valles de Roncal, Aezkoa y Salazar que a modo de introducción se titulaba “tres reductos de vida pirenaica” ahora damos paso a la continuación del artículo que nos introduce en el valle de Aezkoa haciendo especial mención a la fábrica de armas.

Dice así


“Las gallinas corretean por el interior de la iglesia.

Bernardo Antxorena entra con un balde de panes duros al antiguo templo, ya desacralizado, y da de comer a sus bichicos”. Bernardo nació en plena selva de Irati, en la casa Antxorena, donde su padre atendía a los leñadores, los carboneros, los arrieros, pero a los 6 años lo mandaron a esta colonia de la Fábrica de Orbaitzeta porque allí vivían sus padrinos y había “una escuela con una maestrica”.


De adulto trabajó durante 29 años en Burlata, pero desde que se jubiló pasa temporadas largas en este rincón boscoso de Aezkoa.

-Es que en la ciudad no me hago, necesito volver al valle.

Y vive junto a una iglesia abandonada, junto al palacio, el cuartel, las viviendas de soldados y obreros, las carboneras y los hornos de fundición. Son los restos de la Real Fábrica deMuniciones de Hierro de Orbaitzeta, cuyas ruinas permanecen camufladas por la vegetación como un templo camboyano, en el barranco de Txangoa.

Durante 200 años la fábrica fue una llaga en el corazón de Aezkoa, la corona española consiguió que en 1784 la Junta del Valle le cediera su mayor riqueza – la explotación de los montes – a cambio de construir una factoría que daría unos cuantos puestos de trabajo pero que sería alimentada con la madera, los minerales y las aguas de los aezkoanos. Un documento de 1790 denuncia que los negociadores locales no fueron conscientes del perjuicio por su “inocente candor” “su ignorancia o poca instrucción en castellano” e incluso por el “convite magnífico” con el que les convencieron.

Y la fábrica, tan importante y tan fronteriza, atrajo al valle la guerra de la Convención, la napoleónica, la realista, las carlistadas, todas aquellas con sus invasiones, incendios y saqueos. La fábrica, que llegó a producir 3.600 bombas anuales, cerró en 1873, pero los aezkoanos tuvieron que luchar 1982 para recuperar la propiedad de sus montes.


Orbaitzeta es un buen punto de arranque para internarse por los montes de Aezkoa y entender su riqueza fabulosa. Una pista lleva hasta el pantano de Irabia, que se construyó para controlar los niveles del caudaloso Irati y facilitar el descenso de las almadías y el barranqueo de troncos sueltos.

Desde el embalse podemos sumergirnos en el océano vegetal de Irati, en la espesura de un hayedo a veces seductor y a veces agobiante, un laberinto de miles de troncos que se repiten hasta el vértigo. La bruma se enreda en los ramajes y filtra los juegos de sombras, destellos y chorros de luz. En los hayedos de Irati y Mendilatz, en los robledales de Tristuibartea, Aztapar y Betelu más vale reconocer que estamos en los dominios de Basajaun, el gigante peludo, señor de los bosques,protector de rebaños contra el lobo.”

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